“El Susurro del Bosque”: una mágica historia que fascina a los niños
El Eco del Bosque: Un Cuento que Celebra la Amistad y el Respeto
Por María Fernanda En un bosque magnífico y sereno, al pie de montañas de un azul profundo, vivía un colií que surcaba el aire más veloz que el viento.Cada mañana, saludaba al río con un zumbido característico: “¡Zzzzum!”, riendo al escuchar cómo su eco respondía con la misma rapidez.
Cerca del río, en un gran árbol adornado con flores, habitaba una familia de ardillas juguetonas.
Les encantaba reír, saltar y compartir historias.
En ocasiones, llamaban al colií “¡Zumbón!”, generando carcajadas entre todos cuando él pasaba volando.
El colií siempre saludaba educadamente a sus amigas las ardillas.
Más allá, en un tronco hueco, residía Don Pico, un pájaro carpintero con un pico tan largo que, al martillar, hacía temblar las hojas.
Las ardillas lo apodaban “Toc-Toc Narizón”.
El colií se unía al saludo con un cordial “Hola, buen día, Pico-Martillo”.
Sin embargo, un día, Don Pico dejó de martillar y la alegría del bosque disminuyó.
El colií ya no volaba con la misma energía y las ardillas dejaron de saltar.
El bosque pareció volverse más callado y el eco del río dejó de resonar con los sonidos alegres de sus travesuras.
“¿Qué pasó?”, preguntó el colií.
La ardilla mayor, conocida por su sabiduría, respondió: “Quizás nuestros apodos no eran tan divertidos como pensábamos”.
Desde su tronco, Don Pico añadió: “Quizá esos nombres no eran tan bonitos como creíamos”.
El río, en silencio, los escuchaba.
Con la intención de recuperar la armonía, todos se reunieron junto al agua que murmullaba.
Se miraron con cariño, se pidieron perdón y se abrazaron.
“Me gusta que me llames por mi nombre”, expresó Don Pico.
“Y a mí que me digas solo colií”, respondió el pequeño volador.
Las ardillas, riendo al unísono, dijeron: “Nosotros somos las ardillas saltarinas, no ‘cola de pompón’”.
Desde aquel día, en el bosque junto a las hermosas montañas bajo un inmenso cielo azul, los amigos comenzaron a llamarse con respeto, sin renunciar a la diversión ni a la risa.
Aprendieron que la amistad se construye con palabras bonitas y corazones sinceros, llenos de alegría y respeto.
Así fue como el eco del río volvió a sonar alegre, como una canción que se entona igual de un lado que del otro.
El eco que el río canta siempre lo hace con respeto.
Las montañas son azules, un pájaro colií vuela por el gran bosque, un pica palo trabaja, unas ardillas juegan, y todo el bosque se divierte con el canto del río.
FIN María Fernanda cuenta con una destacada trayectoria literaria y ha recibido varios reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional, incluyendo el Premio Red Cultural Mercosur y el galardón Mujeres Hacedoras de Grandes Metas, entre otros.
Ha representado a su organización en encuentros de artistas uruguayos alrededor del mundo.
Para María Fernanda, escribir para niños es una forma de conectar con la imaginación y la esperanza que ellos poseen.
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«El Eco del Bosque» se publicó primero en Diario La R.
Fuente: Grupo R Multimedio