José Cuneo: Explorando los límites entre la percepción y la realidad concreta.
José Cúneo: Un Maestro de la Pintura Uruguaya
Nació en Montevideo el 11 de septiembre de 1887. A la edad de 19 años, en 1906, comenzó sus estudios en el Círculo Fomento de Bellas Artes bajo la dirección de Carlos María Herrera.Su búsqueda artística lo llevó a Europa, donde se formó en Turín con el pintor Antón M.
Mucchi y el escultor Leonardo Bistolfi.
Posteriormente, continuó su desarrollo en París en la Academia Vitti, donde tuvo como maestros a los reconocidos pintores Van Dongen y Anglada Camarasa.
En 1917, realizó estudios en la Grande Chaumière y, gracias a Mucchi, tuvo la oportunidad de conocer a Auguste Rodin.
Tras regresar de uno de sus viajes en 1914, se estableció en Treinta y Tres, dedicándose al paisaje nativo.
En 1918, su exposición en Casa Corralejo & Cía le valió el reconocimiento de la crítica nacional, consolidándolo como el introductor del planismo en la pintura uruguaya.
Su formación estuvo marcada por múltiples viajes a Europa, donde se vio influenciado por el expresionismo, un estilo que enfatiza las emociones del artista.
Cúneo no se limitó a crear un mundo de fantasía; su obra es referencial, fundamentada en la realidad perceptible.
Esta conexión con la naturaleza y el entorno se refleja en su manejo del color y forma.
El dinamismo cósmico se manifiesta en sus composiciones, caracterizadas por la ruptura de las líneas horizontales y verticales, predominando las diagonales y grandes áreas de contraste de luz y sombra.
La textura de sus telas, lograda a través de arpillera, arena, yeso y cola, agrega un profundo contenido comunicativo a su materia.
En cuanto al color, su paleta se atempera, buscando un equilibrio.
Durante su serie de “Lunas y Ranchos”, Cúneo también se embarcó en 1932 en una serie de acuarelas del campo uruguayo, pintadas en Cerro Largo, que aunque presentan deformaciones expresionistas, capturan la luz del día.
A lo largo de su trayectoria, hay un espíritu naturalista presente en diversas series, como las acuarelas de Venecia de 1938, las naturalezas muertas de 1942, y los paisajes de Salto y Punta del Este de 1946, así como los del Lago de Iseo de 1956. A partir de 1954, Cúneo se conectó con los movimientos europeos informalistas tras recibir el “Primer Premio de Pintura de la Primera Bienal Nacional de Arte”.
Visitó París e Italia, participando en la XXVII Bienal de Venecia y pasando casi dos años en Ámsterdam, donde se familiarizó con el movimiento COBRA.
En 1957, comenzó a plasmar sus obras abstractas más significativas, firmando como Perinetti.
La transformación artística que experimentó fue tan profunda que decidió rebautizarse, firma que mantuvo por un extenso período, adoptando el apellido materno junto al de Cúneo.
En este nuevo enfoque, lanzó obras en una abstracción expresionista, utilizando manchas y trazos irregulares, pero sin renunciar por completo a la representación de la realidad.
Reconoció la integración de lo real en lo abstracto, comenzando a firmar como Cúneo Perinetti.
Al regresar de Europa, se instaló en el Departamento de Florida, donde comenzó a desarrollar sus series de Ranchos y Lunas.
A finales de la década del cincuenta, inició un período matérico y abstracto, firmando como Perinetti.
Cúneo expuso en la Bienal de Venecia en 1954 y en 1969 recibió el Premio Mattarazzo en la Bienal de San Pablo.
Lamentablemente, falleció en Bonn, Alemania, el 19 de julio de 1977. La obra de José Cúneo se erige como un pilar fundamental en la historia de la pintura uruguaya, resonando con la fuerza de su conexión a la realidad y su capacidad para transformar lo cotidiano en arte.
Publicado primero en Diario La R.
Fuente: Grupo R Multimedio
