La editorial Cuenta, Imagina y Crea desvela la obra cautivadora de Alejandro Fernández

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La editorial Cuenta, Imagina y Crea presenta la fascinante obra de Alejandro Fernández, un autor que invita a sumergirse en su universo literario.

Presentación de la obra de Alejandro Fernández: “Juan Antonio ‘Cacho’ Cavo – El barro como lenguaje de lo humano”

Hoy se da a conocer la obra de nuestro colaborador Alejandro Fernández, quien rinde homenaje a Juan Antonio Cavo, conocido cariñosamente como “Cacho”.
Nacido en Montevideo el 8 de abril de 1932, Cavo halló en su entorno familiar y en las calles de su barrio un fértil campo para cultivar su imaginación.
Su formación académica tuvo lugar en la Escuela de Práctica Nº 135, continuando en el Liceo Rodó y el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, donde cursó estudios preparatorios de Notariado.
Sin embargo, fue en su juventud cuando el arte comenzó a tomar un rol preponderante en su vida.
La influencia de amigos, y especialmente de su hermana Odila, lo condujo al Taller Torres García, un espacio donde se buscaba ir más allá de la simple estética, construyendo una vida colmada de símbolos universales, armonía y un enfoque interno del arte vinculado a lo espiritual y lo colectivo.
En su trayectoria, Cacho se formó junto a destacados artistas como Ernesto Vila, Manolo Lima y los hermanos Goitiño.
Recibió valiosos consejos de maestros como Guillermo Fernández y José Gurvich, quienes lo guiaron en el dominio del dibujo y la observación minuciosa del mundo visual.
En un momento crítico de su proceso creativo, enfrentando la angustia que genera el “espacio en blanco”, Gurvich le sugirió experimentar con el barro.
Así, Cacho halló un nuevo lenguaje físico, intuitivo y emocional, modelando la realidad con sus propias manos y permitiendo que las formas surgieran desde una experiencia corporal genuina.
Su primer taller, compartido con Ernesto Vila, se ubicó en la planta alta de una casa inclinada en la esquina de Asunción y Agraciada, donde también residían.
Posteriormente, trabajó en el emblemático conventillo del Puerto “Las Bóvedas”, que había sido el hogar artístico de Gonzalo Fonseca, Gurvich y Fernández.
Ese lugar pleno de historia y creatividad fue fundamental en su trayectoria.
En 1971, Cacho contrajo matrimonio con Zulema Fernández y, en 1973, establecieron su casa-taller en la ciudad de La Paz.
En 1981, nació su hijo Juan, y ese hogar se transformó en su centro de creación, un espacio que acogía a estudiantes, curiosos y amigos, donde compartió su conocimiento con la generosidad de quien entiende el arte como un acto colectivo.
Además de crear, Cavo dictó talleres en diversas escuelas y en el Liceo Manuel Rosé de Las Piedras.
A lo largo de su vida, nunca dejó de conversar, siempre invitando a otros a explorar el poder transformador del arte.
La obra de Cacho, lejos de caer en la grandilocuencia o en extremos abstractos, se ancla en lo cotidiano.
A través de sus piezas, la materia cobra vida; no hay artificio, solo verdad.
Nos enseña que la belleza reside en lo que muchas veces pasamos por alto.
Cacho falleció el 19 de octubre de 1994, pero su legado perdura.
A pesar de su partida anticipada, dejó una obra vasta, intensa y entrañable, gran parte de la cual se encuentra en colecciones privadas tanto en Uruguay como en el extranjero.
Cavo fue un creador de mundos; en el barro encontró un medio para hablarnos a todos y para invitarnos a mirar nuevamente aquello que creemos conocer.
Y en esa mirada, redescubrimos nuestra propia esencia.
Alejandro Fernández Editorial Artesanal Cuenta Imagina y Crea © Esta nota fue publicada por primera vez en Diario La R.

Fuente: Grupo R Multimedio

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Leonardo Díaz (15/7/25, 04:22):
La historia de Cacho Cavo es un recordatorio de que el arte va más allá de lo visual, se trata de conectar con lo humano. El barro, ese material tan simple, se transformó en su lenguaje, en una forma de vida. Su legado nos invita a mirar lo cotidiano con otros ojos y a redescubrir la belleza que muchas veces pasa desapercibida. Un verdadero maestro que dejó huella en cada pieza.
Marcelo Ruiz (4/7/25, 11:25):
Que linda la historia de Cacho Cavo, un verdadero maestro que supo encontrar en el barro una forma única de expresar lo humano. Su legado nos invita a apreciar la belleza en lo cotidiano, y eso es algo que siempre vale la pena recordar.
Juan Ignacio Alvarez (7/6/25, 08:54):
Es una gran noticia que se reconozca la vida y obra de Juan Antonio “Cacho” Cavo. Su conexión con el barro y lo cotidiano habla de un artista que entendía la esencia del ser humano. Es admirable cómo su arte sigue invitándonos a redescubrir lo que a veces damos por sentado. Un tipo realmente importante en nuestra cultura.
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