El icónico Faro de José Ignacio conmemora 148 años iluminando la costa uruguaya y guardando historias de navegantes.
El Faro de José Ignacio Celebra 148 Años de Servicio
El Faro de José Ignacio, también conocido como Faro Punta José Ignacio, un ícono histórico y cultural de la localidad homónima, celebró el pasado domingo 148 años desde su inauguración.Este faro, que depende del Servicio de Balizamiento (SERBA) de la Armada Nacional, ha brindado durante más de un siglo y medio su asistencia a la navegación en la zona.
Construido en 1877, el faro fue iluminado por primera vez el 1 de junio de ese mismo año.
Con una altura de 25 metros, se levanta en el extremo más rocoso de la península, rodeado de arrecifes que representaban un constante peligro para los navegantes.
Su edificación surgió ante la necesidad de prevenir naufragios frecuentes en la región, como los ocurridos con el buque inglés Norman en 1873 y el Liffey en la década de 1870. La empresa Faros Costa y Cía.
propuso su construcción en 1875, junto con otros faros como el de Farallón y Punta Carretas.
Después de dos años de obras, el faro comenzó a operar bajo esta gestión hasta 1907, cuando pasó a manos del Estado uruguayo.
En 1970, fue declarado Patrimonio Histórico Nacional.
La torre cilíndrica, construída en piedra, posee una cúpula de franjas blancas y rojas, así como una altura focal de 32,5 metros y un alcance lumínico de 12,7 millas náuticas.
Emite un destello blanco cada dos segundos, con una intensidad de 1550 candelas.
Sus 122 escalones estrechos conducen a un mirador que ofrece vistas panorámicas de 360 grados, abarcando las playas Mansa y Brava, el océano Atlántico, y el pueblo de José Ignacio.
La entrada es accesible, con un costo aproximado de 35 pesos uruguayos, permitiendo a los visitantes disfrutar de esta experiencia, especialmente al atardecer o durante los meses de setiembre a noviembre, cuando las ballenas francas visitan la costa.
El Naufragio del Renner
El autor de estas líneas recuerda el naufragio del carguero Renner, ocurrido en la noche del 29 de setiembre de 1969, en las costas de la playa Brava de José Ignacio.Este buque, construido en 1952 en el astillero Haugesund de Noruega con el nombre de Bemar, fue renombrado Renner en 1956. Tenía una eslora de 59 metros y transportaba un cargamento de frutas desde el puerto de Santos, Brasil, con destino a Buenos Aires, Argentina.
Una gran cantidad de papas fue enterrada al pie de los médanos de la Playa Brava tras este incidente.
El Renner fue sorprendido por un fuerte temporal que lo arrojó contra las rocas cercanas al faro, quedando encallado.
Las condiciones adversas hicieron imposible salvar el buque.
Aunque no se reportaron víctimas mortales, el naufragio dejó una huella duradera en la zona.
Posteriormente, el casco del Renner permaneció parcialmente intacto hasta principios de los años 80, pero los constantes embates del mar lo redujeron a chatarra.
Los restos, especialmente la caldera, emergieron entre las olas durante años, recordando el triste acontecimiento.
Fuente: Correo de Punta del Este