La visión del mundo espiritual según las enseñanzas de Jesús
Reflexiones sobre la relación con Dios a través de Jesucristo
Por el Padre Martín Ponce de León Es indudable que el camino hacia Dios se realiza a través de Jesucristo.Sin embargo, esta verdad no siempre ha sido parte de nuestra enseñanza.
A menudo, se nos ha inculcado la idea de que Dios se encuentra “unos escalones más arriba” que Jesucristo, lo cual complica revertir este concepto arraigado.
Lo primero que destaca en la propuesta de Jesucristo es que no se presenta como un teólogo de Dios, sino como alguien que comparte su experiencia personal con Él.
Para Jesucristo, Dios no es una mera abstracción, sino una realidad viva y palpable.
Su mensaje no busca elaborar reflexiones teológicas, sino transmitir su vivencia directa de Dios.
Así, la fe se convierte en una experiencia de encuentro personal con Dios a través de Jesucristo, transformando nuestras vidas.
Este encuentro nos lleva a adoptar una postura activa ante el día a día.
Cuando escuchamos a Jesucristo hablar sobre aspectos cotidianos, no es porque sus oyentes carezcan de entendimiento, sino porque debemos buscar a Dios en los sucesos diarios de nuestras vidas.
Es más sencillo concebir un Dios abstracto y distante, que observa desde lo alto.
Sin embargo, el Dios que se nos presenta a través de Jesucristo es uno que se involucra en nuestras realidades y que desea que también nosotros nos comprometamos con su obra.
Este Dios conoce, comprende, respeta y perdona a cada uno de sus hijos.
Cada uno de nosotros puede afirmar con convicción que "Dios me ama por lo que soy", estableciendo una relación de amor basada en el conocimiento personal.
Por ende, nuestra respuesta personal resulta crucial.
Hablar de una relación personal implica reconocer que no se rige por parámetros fijos o acciones preestablecidas.
Se trata de un vínculo que, al igual que todas nuestras relaciones, se construye desde la autenticidad de cada ser.
Para discernir si estamos en el camino correcto, no debemos depender de las opiniones ajenas, sino de nuestra conexión personal con Jesucristo.
Por ello, nos identificamos como “cristianos”.
Nuestra vocación y misión son ser continuadores de Jesucristo, llamados a ser "prolongadores" de su mensaje.
Él es el único referente para medir nuestra fidelidad y coherencia.
Al mirar a Jesucristo con autenticidad, descubrimos que nuestra salvación no es solo una cuestión individual, sino que necesariamente involucra a nuestra comunidad.
La vivencia de Jesucristo es, por tanto, una experiencia comunitaria de la que no podemos prescindir.
El Dios que nos muestra Jesucristo no es un ser que condena o excluye, sino uno que, al conocernos y amarnos, está siempre dispuesto al perdón y a la integración.
Vivir al Dios que nos presenta Jesucristo es un desafío mayor que simplemente adherirse a un concepto abstracto o teórico.
El Dios de Jesucristo es aquel que sale al encuentro, que respeta y hace entender que cada persona tiene un valor inherente.
Intentar vivir esta realidad implica actuar de manera coherente y solidaria.
No debemos temer a la cercanía de este Dios, incluso cuando esto nos lleve a confrontar nuestras propias limitaciones humanas.
Fuente: Diario Cambio